lunes, 30 de junio de 2008

El vaso medio lleno


Según la psicoanalista, psiquiatra e investigadora Susan C. Vaughan, a menudo sobrevaloramos la realidad y, sin embargo, olvidamos las ilusiones, que son la base del optimismo. El optimismo emana de nuestra habilidad para interpretar y recordar nuestras experiencias con un matiz positivo. Si podemos hacer eso de manera regular y confiamos en nuestra capacidad para controlar nuestros estados de ánimo, todas las ventajas que emanan de una visión optimista de la vida estarán a nuestro alcance. El optimismo es un proceso, no un estado, y está al alcance de cualquiera: El optimismo es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia, descubriendo lo positivo que tienen las personas y las circunstancias, confiando en nuestras capacidades y posibilidades junto con la ayuda que podemos recibir.
La principal diferencia que existe entre una actitud optimista y su contraparte –el pesimismo- radica en el enfoque con que se aprecian las cosas: empeñarnos en descubrir inconvenientes y dificultades nos provoca apatía y desánimo. El optimismo supone hacer ese mismo esfuerzo para encontrar soluciones, ventajas y posibilidades.

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